A mi hijo RAUL:
Hijo…
No soy Dios, no soy omnipotente
¡ Pero como quisiera cambiar este mundo injusto!
En el que brilla más el plástico encerado
que la miel que produce la abeja inteligente.
Solo te voy dejando pequeñas huertas de ternuras
que cosecharás en la adultez.
Yo, te cuento, me rebelé en la adolesencia
contra la pacata tradición social,
usé mini, vestí blanco y negro,
tuve a tu hermano casi una niña.
Sufrí mucho la soledad del rebelde.
Estudié poco, necesité salir a trabajar de muy niña.
Grité paz a las guerras del mundo.
Mi generació